Descrição
Mediante otras acciones, otras ideas y otras maneras de vivir, disidencia es la posibilidad humana de no ser parte ni formar parte del sistema de valores, representaciones y relaciones al que se estaba destinado o que aparece ineluctable. Desvío de lo preasignado, de lo que debía pensarse o creerse, del curso biográfico, filosófico o político que debía seguirse, disidir es romper con lo impuesto y con las imposturas para una exploración sin garantías de lo que aún no sabemos. Toda religión, grupo político o escuela filosófica -toda sociedad, en fin- aloja, latente o en acto, el movimiento de la disidencia, de la no aceptación y la fractura en el centro de lo que busca mantenerse ortodoxo.
La de Spinoza fue una vida filosófica disidente, aunque no una ‘filosofía de la deserción’. Desertor es quien abandona, el que se aparta, el que abjura de su lugar -sus dos remisiones fundamentales son la guerra y la escuela- y de sus funciones o tareas. Desierto es lo abandonado, el territorio que es desertado por completo. La de Spinoza no es una filosofía de la deserción sino de la disidencia porque su ruptura no abandona el lugar ni escamotea el trabajo sobre él; si rompe, es para iniciar, explorar y generar de otro modo. Se tratará de una ruptura que no es autónoma de la pregunta que interroga sobre cómo vivir-juntos.
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El spinozismo rompe con la idea clásica de Buen Gobierno como gobierno de la virtud, a la vez que con la política como un puro dispositivo de producir orden e impedir conflictos; la condición civil no es un artificio contra natura que despoja al cuerpo social de su derecho natural, sino una extensión, una radicalización, una composición y una colectivización de ese derecho. Vale decir que el derecho público no suprime al derecho natural; es ese derecho natural mismo que adopta un estatuto político y de este modo se incrementa y deviene concreto como “potencia de la multitud”.
A la vez, Spinoza se interroga por las condiciones de permanencia de un estado, para anticipar que la libertad es una de ellas. La libertad spinozista es fuerza productiva de comunidad que no admite ser sacrificada a la seguridad, y la política que de ella resulta no exige a los seres humanos nada que vaya contra su naturaleza: ni ocultar sus ideas, ni ser desapasionados, ni ser puramente racionales y virtuosos. Crea las condiciones materiales para la autoinstitución política en formas no alienadas de la potencia común. El nombre spinozista de esa “República libre” es democracia.
Democracia no designa aquí un conjunto de formas definitivas fundadas en el orden del concepto, sino el desbloqueo, la autoinstitución, la generación de cosas nuevas, la desalienación y la liberación de una fuerza productiva de significados, de instituciones, de mediaciones por las que se mantiene e incrementa; el efecto de un trabajo por lo común (y, podríamos insistir, por el comunismo), que nunca es algo dado sino un descubrimiento y una creación. La pregunta por lo común, la comunidad y el comunismo es uno de los grandes legados del spinozismo, un legado “tan difícil como raro”.
SOBRE O autor
Diego Tatián (Córdoba, 1965) es Doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba y Doctor en ciencias de la cultura (Scuola di Altu Studi di Modena, Italia). Investigador del CONICET y profesor de filosofía política de la Universidad de Córdoba. Ha sido profesor invitado por las universidades de Puebla, San Pablo, París, Madrid, Estambul y México, entre otras. Publicó Desde la línea. Dimensión política en Heidegger (1997), Lugar sin pájaros (1998), La cautela del salvaje. Pasiones y política en Spinoza (2001), Spinoza. Una introducción (2009), La conjura de los justos. Borges y la ciudad de los hombres (2010), Spinoza. El don de la filosofía (2012), Baruch (2012), Lo impropio (2013), Spinoza. Filosofía terrena (2014) y Los seres y las cosas (2014). Ha sido director de la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba y decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma universidad.